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El caviarismo en el Perú

Por: Rudecindo Vega Carreazo

Yo caviar, tu caviar, nosotros caviares.
En Perú, las definiciones teóricas de liberal, conservador, socialcristiano, socialdemócrata, socialista, comunista están en extinción; inclusive las genéricas alusiones a derecha, izquierda y centro son anacrónicas, no caben solas, para entenderlas van con descalificación: derecha bruta y achorada, izquierda bruta y trasnochada y centro bruto y despistado. Nuestra política y políticos parecen embrutecidos, no hay afirmación de pensamiento y propuestas sino definición por insultos, hay términos cargados de agresión, discriminación y desprecio: caviares, terrucos, fachos, fujis. La ideología es paleontología como las alusiones a nuestras extremidades es arqueología, nuestra política actual, hueca de contenido, es el triunfo de la lengua sobre el cerebro, de la vista sobre la visión, del insulto sobre la idea, de la descalificación sobre la propuesta. La “caviarización”, “terruqueo”, “fachistización” y “fujimorización” de nuestra política es un mal nacional, deberíamos enfrentarlo como una seria responsabilidad de todos.

La “caviarización” en Perú ha copado la escena política nacional y todo estrato social; ha perdido su significado original, ha sido asimilada, transformada y se encuentra en redefinición. Originalmente se acuño el término caviar (huevera del pez esturión) para designar a una persona de gustos exquisitos y refinados (como el caviar), luego para aludir a una izquierda política de clases altas, chic, light; en Perú se trasladó a una tecnocracia alrededor del estado, pro derechos, ambientalista e institucionalista; hoy, sin embargo, más allá de su masivo, difuso y confuso uso, la gente parece entenderlo de manera muy distinta, contraria a los “especialistas”, según una reciente encuesta de IPSOS, para el tercio de peruanos que han escuchado el término, los caviares están en todas las tendencias políticas; son de derecha y centro más que de izquierda; liberales más que conservadores, autoritarios más que democráticos, defensores de terroristas más que defensores de los derechos humanos, llenos de odio más que amistosos, ricos más que pobres, vagos más que trabajadores y se perciben más lejanos que cercanos al “caviarismo”.

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