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Quechua: lengua muerta o calle Ataúd en el aeropuerto Velasco Astete

Por Odi Gonzales

Recientemente en el libro Nación Anti (2022) incidí sobre la repentina proliferación de neologismos quechuas en manuales, textos de enseñanza, ensayos y tesis sobre el mundo andino, noticieros de televisión, y otros, pero no calculé que este malsano hábito perpetrado por letrados bilingües, académicos, investigadores, narradores de TV e instructores alcanzaría a la mismísima ciudad de Cusco, la antigua capital inka, que se jacta de preservar celosamente la índole del idioma andino.

Como se sabe, un neologismo propende a cubrir una palabra nueva que el léxico de una lengua no la tiene; por tanto, es una práctica recurrente, genuina, una operación trasculturante de los hablantes, que garantiza la sobrevivencia de las lenguas amenazadas. Los neologismos quechuas de los últimos años sobrellevan una excepcionalidad deplorable: no son creados por la comunidad de hablantes, sino por sujetos letrados, mestizos, bilingües de pulsión irrefrenable, que han configurado el Himno Nacional con neologismos, un decreto ley o la resolución de un juez con equivalentes quechuas de esa jerga jurídica tramposa.

El hecho es que hace unas semanas estuve en Cusco, mi primera ciudad natal. De pronto en el aeropuerto internacional Velasco Astete divisé un enorme y abominable letrero que dice allin hamuq que, sospecho, equivale a bienvenido. Me dije, ¿cuál es el propósito de esta canallada?; lo hacen para congraciarse con el turista? Y qué de las autoridades del próspero Ministerio de Cultura, y qué de la Academia Mayor de la Lengua Quechua de Cusco, cuyos miembros discurren orondos con ponchos relucientes en los desfiles de la Plaza de Armas. Si ellos callaron ante esta parodia, hay que recordarles, al menos, a quienes perpetraron la construcción gramatical allin hamuq.

Por su naturaleza oral, precisa, minuciosa, con tendencia a las acciones concretas, el runasimi o quechua no transige con expresiones retóricas, conceptos, abstracciones ni frases hechas. El léxico quechua prescinde del vano y altisonante bienvenido porque en la interacción andina concreta todo es bienvenido; de otro modo, simplemente no viene. No me queda la menor duda que el árido allin hamuq fue perpetrado desde la escritura por un letrado. El sujeto que configuró ese slogan o fraseo arrejuntó el adjetivo o modificador allin (buen, bueno/a) con el participio activo hamuq -derivado del verbo hamuy (venir)- que más precisamente equivale al imperativo ven. Así, allin hamuq dimana de la escritura porque pretende copiar burda y literalmente la locución bienvenido del castellano, inglés, etc. Depara una subordinación del quechua a la estructura castellana.

Quechua: lengua muerta o calle Ataúd en el aeropuerto Velasco Astete




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