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Extirpación de idolatrías en el Perú

Por: Pablo Najarro Carnero

Se preguntaba Zavalita: ¿En qué momento se jodió el Perú? Es claro que fue desde su concepción bastarda. No fue una independencia redentora del oprimido, sino una evasión tributaria ante la lejana España. El Bicentenario es para reforzar lo último dicho. Lo demás, es cuento. Fuegos artificiosos de los herederos de esos padres putativos ad hoc de una historia forzada.

Después de esta hecatombe social en todos sus aspectos, vendrá un gran trabajo de reconstruir el país. Estamos socialmente en ruinas. Palestina estará en ruinas físicas. Se puede reconstruir, porque el alma, a pesar de todo, está intacta. Aquí es al revés. Tocamos fondo.

Será un gran trabajo deshacer entuertos como los del congreso y sus leyes, cada una compitiendo por ser las más insultantes al intelecto humano social pensante, peor aún, contra lo pobres del Perú, muchos, al otro lado de la cordillera.

Hay todo un aparato estatal permeado por empleados, que en cada gobierno entraron a dar soporte al sistema de turno y, los que estaban, dar también soporte a los de ahora porque coinciden en lo mismo de los anteriores. Muchos no tienen ni la capacidad profesional o técnica para los cargos que detentan. Tienen estabilidad laboral y eso los hace dueños del buró. Desde ese buró pueden detener toda posibilidad de cambio real. Habría que extirparlos.

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