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Los lobbies del gas y la tarifa regulada

Por: Humberto Campodónico

¿Se imagina usted que la gasolina cueste, por ejemplo, 15 soles el galón en Lima y que en Arequipa, Chiclayo y Trujillo se venda a 30 soles? No se lo imagina, ¿cierto? Y tiene razón, porque eso no sucede en la realidad. La gasolina, cuando sale de las refinerías, tiene el mismo precio e impuestos en todo el país. Hay pequeñas diferencias debido al costo de transporte y distribución a las ciudades. Ya en los grifos, los precios al público pueden variar debido al margen de ganancia que cobra cada grifero. Pero nada más.

Eso no sucede con el gas de Camisea, pues el precio en Arequipa, Chiclayo y Trujillo es el doble (100%) del de Lima. Esto es porque el gas viene a Lima por gasoducto, en directo. Pero el que va a las ciudades no llega directo: tiene varias “paradas” en el camino, lo que encarece su costo y, también, su precio.

La primera “parada” es en Pampa Melchorita, de Perú LNG. Allí, el gas es licuefactado, reduciendo en 600 veces su volumen mediante un proceso industrial. El 95% de la producción de Perú LNG (unos 500 millones de pies cúbicos diarios) se exporta. Pero una pequeña parte (20 mmpcd) se destina al mercado interno y hace el recorrido por carretera con camiones cisterna. Llegado a su destino, tiene que “regasificarse” para recobrar su volumen original. Recién allí puede ingresar a las tuberías de gas que lo llevan a los domicilios, a los grifos y a los comercios.

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