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Deseos (ingenuos) para Semana Santa

Pensando en el progreso moral y espiritual de peruanas y peruanos, propongo aprovechar la oportunidad que ofrece la Semana Santa. Así, que he hecho una lista de deseos que no incluyen a los gobernantes y políticos, porque de ellos no espero nada. (Ya pasaron los tiempos en que la dirigencia de la Democracia Cristiana, con don Héctor Cornejo Chávez a la cabeza, hacía un retiro espiritual en esta Semana para hacer un examen de conciencia y volver con las pilas recargadas; los actuales no tienen moral y parece que, tampoco, espíritu).

Hago votos porque la Semana Santa no sea la semana tranca; porque hagamos un ayuno verdadero (que nos haga imaginar el hambre en Gaza y de tantos cercanos a nosotros). Un día, al menos, de introspección, con menos “tradiciones”, menos hipocresía, menos cucufatería. Que, como hacía Viernes, el esclavo de Robinson, dediquemos un día para recordar a nuestros muertos, a los de la pandemia y a los de Ayacucho y Juliaca, Cusco y Andahuaylas, Puno y Arequipa. Que aprendamos a ponernos en los zapatos de sus familias tristes.

A ver si hacemos uno, dos, tres minutos de silencio, apartándonos del ruido y la velocidad para reconocer nuestras deudas y nuestros sueños. Y acortemos la brecha entre unas y otros. Que en ese silencio reconozcamos nuestros odios, porque somos humanos. Pero que ese reconocimiento nos haga bajar tres rayitas -como dicen los méxicas- a nuestra ira, nuestra rabia, como nos recomendó Arguedas, al enfrentar las adversidades o a nuestros rivales y eventuales enemigos.

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