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No hay Navidad sin Jesús y sin los niños de Gaza

Por Alfredo Quintanilla

“…el Ángel de Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes… Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos” (Mateo 2:13-16)

¿Cuándo se enteró Jesús de este terrible episodio sucedido a su familia, apenas había nacido? ¿Quién se lo contó? ¿Sus padres? ¿Juntos o por separado? ¿Acaso su primo Juan, cuando eran adolescentes y cuidaban rebaños de ovejas? ¿Y cuál fue la ocasión? ¿Quizá cuando, a los doce años se perdió en Jerusalén, su madre tuvo angustias de muerte y los resondró duramente al encontrarlo? ¿O, cuando, en esa misma ocasión, Jesús le preguntó a su padre del porqué del estallido furioso de su madre?

Como sabemos, la huida a Egipto sólo está consignada en el Evangelio de Mateo, que -ya se sabe- se basó en el Evangelio de Marcos. No lo trae siquiera el de Lucas, el que más se explaya sobre el nacimiento y la infancia de Jesús. Pero, por ser el único que lo hace no significa que fuera una invención. Existía una fuerte tradición oral y así llegó a oídas de Mateo, que, en su vejez, se la contó al redactor del texto evangélico. Una tradición oral no puede ser desechada así, como así. Ayer como hoy, los hechos que vive el pueblo pobre, ágrafo y analfabeto, no siempre pasan a ser parte de la historia, o una noticia que merezca estar escrita.

No hay Navidad sin Jesús y sin los niños de Gaza




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