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María Antonieta: la poesía y la metafísica

Por: Juan Carlos Valdivia Cano

Debo aclarar, primero, que a lo largo de mi larguirucha vida intelectual algunas personas me han pedido un comentario o una presentación de su respectivo libro de poesía, lo que he rechazado casi sistemáticamente con un mezcla de pena y desazón, por razones que ni siquiera osaba aclarar, pero que hoy necesito –y hasta debo- hacerlo, para que el perspicaz lector pueda entender debidamente por qué en este caso he roto la regla de no opinar sobre libros de poesía, cuando la poeta en comento, la autora de “Monólogos de los círculos viciosos”, ni siquiera me lo ha pedido, y a la vez plantear también mi punto de vista respecto a la poesía de dicha poeta: María Antonieta Tejada

La primera razón es que no soy poeta. Eso significa que mi opinión no es la de un poeta, y tampoco la de un crítico literario sino la de un profesor de derecho obsesionado por la lectura, que intenta escribir en sus pocos minutos libres a la semana que le quedan; y porque tiende a pensar que los mejores críticos literarios son los propios poetas, novelistas y cuentistas, Julito, Mario, Octavio, por ejemplo, son real (mente) maravillosos no solo en su obra creativa sino en su actividad crítica (si valiera el hiato, la separación). El fuego de la imaginación también se extiende a esa actividad.

La segunda es que probablemente la cualidad que más admiro en un ser humano (al lado del coraje) independientemente de su condición particular, es la autenticidad, palabra fácil de pronunciar pero difícil de definir y de vivir; así como la que más repruebo es la fingida “autenticidad” (“la bamba”, no “la firme”) que es lamentablemente bastante común y humana, demasiado humana.

Y es esa falta de autenticidad de tantos “poetas” que hace que parezcan escribir poesía solo por el prurito de llamarse poetas, lo que se puede intuir más que explicar o definir. ¡Oh vanidad de vanidades y solo vanidad! (Unamuno dixit). Y es precisamente la autenticidad (“la firme” no “la bamba”) la cualidad esencial que creo percibir en los poemas de “Monólogos…” y la consecuente sensibilidad y capacidad para expresarla de parte de su autora, María Antonieta Tejada. ¡Oh plenitud de plenitudes y solo plenitud! (Id.).

Sin embargo, aunque la autenticidad se puede resumir y se ha resumido en frases muy cortas desde la antigüedad: “sé tu mismo”, “ sé el que eres”, o el kantiano “sapere aude” (atrévete a pensar con tu propia cabeza) que presidió la Ilustración, son definiciones que nos dejan aún más hambrientos de lo que empezamos. Y es que ante esas definiciones cabría preguntarse cosas como: ¿Y quién soy “yo mismo”, en el caso que quisiera ser “mi mismo”? ¿Y quién soy yo si pretendiera “ser el que soy”? ¿Y cuál es “mi propia cabeza”? ¿la que heredé de mi familia, colegio, medio social, etc? Pero nos metemos en honduras y ahí lo dejaremos por ahora.

María Antonieta: la poesía y la metafísica




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