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Seguimos tocando fondo

Por: Pablo Najarro Carnero

Ha habido tantos momentos en nuestra historia política que podíamos decir “más bajo no podemos caer”. Se consumó lo impensable. Eran las irreconciliables antípodas políticas. Jamás se nos podía ocurrir que Keiko y Vladimir se unieran por razones “cualitativas” (Flavio Cruz dixit). Los principios, el honor, se fueron a la merde. Después de haber sido manoseada, digo la Cortez, por la amita Alva, uno no podía esperar más y se dio. Fue el preludio del abrazo de Cortez y Boluarte. Recuerdo a Guerra García – Nano para los amigos – y a Rospigliosi, en diatribas furibundas contra de la heredera del fujimorismo para terminar siendo sus adargas férreas, igual de furibundos. En el pasado, ya habíamos visto algo parecido con el APRA de Haya de La Torre y su alianza con la aristocracia limeña. Ejemplos en el Perú hay muchos, recuérdelos usted amable lector.

La naturaleza humana nos está enseñando, desde siempre, que los principios de la física valen también para la vida humana. Polos opuestos se atraen. Polos de igual signo, se repelen.

¿Hay que temer a los extremistas de izquierda y derecha? ¿Hay que temer a los de igual polo? Voy pensando que sí. Al final la atracción de polos opuestos y la repulsión de polos iguales también se dan en la política.

Comienzo a entender por qué la izquierda no se une. Polos iguales. Pero cosa curiosa, la derecha si se une. Son polos iguales y ¿Por qué allí si están unidos? ¿Falla aquí el principio de la física? Y surge otra pregunta ¿El transfuguismo? ¿Es traición? ¡Vaya! Filosofando de nuevo. Son varias preguntas y paradójicas.

¿Y entonces a dónde nos ponemos? ¿Al medio? Dice alguno – Aristóteles – que al medio está la virtud. Pero estar al medio es ser tibio, según el Apocalipsis. Algún político diría “el centro político” por donde se equilibra el fiel de la balanza. ¿Con Dios y con el diablo?

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