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La política y los campesinos: aislamiento, franquicias y apatía

Por Alfredo Quintanilla

La realización de las Elecciones Municipales Complementarias, el 2 de julio reciente, en once distritos del Perú profundo(1) permite observar cuál ha sido el comportamiento electoral – y sus connotaciones políticas – de los habitantes alejados del epicentro de la protesta social de diciembre-enero que estremeció al país (con la excepción, tal vez, de Lari, ubicado en la provincia de Caylloma, Arequipa; y de Chimbán y Pión, pertenecientes a Chota, Cajamarca). Son distritos rurales, aislados y pobres (excepto Manitea, de La Convención, Cusco con ingentes ingresos del canon gasífero), donde todos se conocen, trabajan en la agricultura y ganadería; acaso producen artesanías para completar sus exiguos ingresos monetarios y su instrucción escolar apenas completa el nivel primario.

En esos pueblos, la actividad política no existe y los agrupamientos de vecinos (comunidad campesina, APAFA, junta de regantes, comité del vaso de leche, cofradía del santo patrón, club de fútbol) no forman, en sentido estricto, la sociedad civil local. El interés por la política tampoco lo midieron, por la sencilla razón que las encuestadoras no llegan a los distritos rurales. La información política que reciben sus pobladores se supone que proviene, principalmente, de las radios locales.

La política y los campesinos: aislamiento, franquicias y apatía




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