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La figura de la incapacidad moral permanente tiene su origen en la psiquiatría, explica Irma del Águila

En esta Mesa Mulera, la socióloga y escritora Irma del Águila y el abogado constitucionalista Omar Cairo comentaron acerca de la figura que se viene usando para buscar la vacancia presidencial.

 

En: La Mula

 

En los últimos años, desde el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, pasando por la gestión de Martín Vizcarra y con el actual presidente Pedro Castillo, desde el Congreso de la República se ha promovida la vacancia presidencial usando la figura de la incapacidad moral permanente por actos considerados como “inmorales”. Sin embargo, los legisladores no han tomado en cuenta que esta figura tiene su razón de ser en evitar que una persona que ya no distingue entre lo bueno y lo malo gobierne el país. En esta Mesa Mulera, la socióloga Irma del Águila recordó que la figura de la incapacidad moral permanente nace en la psiquiatría, contrariamente a lo que podamos pensar.

 

“La discusión que había en la primera parte del siglo XIX era sobre el umbral de lo patológico, de la patología, de los trastornos de la personalidad”, dijo del Águila.

 

La socióloga recordó que hubo una discusión entre psiquiatras franceses acerca de lo que era llamada la “insania moral”. En ese sentido, señaló que la primera mención que hay de la incapacidad moral es en la Constitución de 1839 en Perú con el término de “imposibilidad física y moral”.

 

“Para los psiquiatras de la época, la línea que se cruza tiene que ver con la llamada perversión moral. Es decir, que genera síntomas. Hay un código de conducta normal, estamos hablando del siglo XIX, con valores de la burguesía, la revolución industrial, que valoran especialmente lo que es el orden, el sentido del respeto, el trabajo, la disciplina, la familia, la función del hombre y la mujer dentro del hogar como marido y mujer, padres de futuros trabajadores y ciudadanos. En ese contexto, hay conductas que se desvían de las expectativas sociales como, por ejemplo, los homosexuales, las mujeres infieles, la compulsión de la masturbación y una serie de perversiones sexuales que van a ser catalogadas”, explicó.

 

“Esta desviación de la norma, que hasta ahora se usa el término “conducta desviada”, genera en sí mismo psicopatías. Por decirlo de alguna manera, un homosexual en aquella época era considerado un desviado de la norma y, entonces, su práctica homosexual clandestina iba a generar en él depresión, angustia, puede pasar incluso a pulsiones agresivas, delictivas, agresión hacia el otro, etcétera. Para evitar la desviación de estas normas, existían tratamientos. Las mujeres infieles, por ejemplo, debían ir a un sanatorio o a un hospital prisión en Francia. Es decir, el hombre no porque lo decía el psiquiatra la mujer era naturalmente sedentaria mientras que el hombre era naturalmente nómade. Esto quiere decir que en el Código Napoleónico, la mujer que era infiel podía recibir una pena de 3 meses a 2 años de prisión, mientras que en el hombre solamente recibía una pena en el caso de que llevara su amante al lecho conyugal”, agregó.

En ese sentido, del Águila señaló que esta sería una ficción jurídica por la que se muestra una aparente igualdad constitucional pero se parte del hecho de que hombres y mujeres no tienen la misma naturaleza.

 

En conclusión, señala del Águila, podemos decir que la figura de la incapacidad moral permanente no es una infracción constitucional, es un estado de problemas de salud mental.

 

“Uno puede decir que también se está juzgando la moralidad, que se está volviendo a lo primigenio, a la concepción original del término, pero no. Lo que se está diciendo en el siglo XIX es que esa conducta inmoral conduce a la demencia y que es la demencia la que tiene que señalarse y, por lo tanto, apartar al presidente del cargo; es decir, una persona que por ejemplo padece de daltonismo moral, que ya no distingue lo bueno de lo malo, que es capaz de emitir cualquier decreto en perjuicio de ciudadanos o de países vecinos porque es una especie de esquizofrénico funcional, debe ser apartado del cargo de manera permanente o temporal, dependiendo del diagnóstico clínico”, resaltó.

 




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