L, NB

Huele a rancio y basura

EJECUTIVO Y LEGISLATIVO SIN PODER SOCIAL

Soc. Felip Supo Condori Abog. Rolando Waldo GOMEZ POMA

 

De la revolución francesa la humanidad supo que los preceptos de libertad, igualdad y fraternidad fueron pilares fundamentales de una nueva era de convivencia social, con el paso de los años los mediocres políticos desviaron estos lineamientos básicos del Estado democrático para el beneficio personal o de grupos, ahora la lucha por esos ideales que encumbraron la revolución francesa son motejados de antis y lo curioso es que la tecnología mediática se esmera por dirigir la opinión pública mutando frases conforme a sus intereses. Éste panorama sombrío y asintomático fue impuesto fraudulentamente por el dúo dinámico Fujimori-Montesinos, que previo pacto con la curia religiosa dominó al sufrido pueblo, cada cierto tiempo aparecían vírgenes que lloran, santos que sangran, individuos que hacen milagros,… utilizando para el éxitos de sus objetivos a los medios de comunicación social que hoy se conoce como la “concentración de medios”.

 

Pero la madre del desmadre social que hoy vive el humilde poblador andino peruano es la Carta Magna de 1993; donde se ejecuta un irracional programa económico ultra liberal, en pocos años empresas del estado peruano son rematados a precios irrisorios, se descapitaliza el erario nacional y se cuadricula el territorio nacional para la explotación minera. Nunca pudo levantar la testa el sufrido peruano porque era política de estado “comprar” dirigentes, alquilar a los pseudo periodistas y satanizar a las personas que no les eran afines. Luego del decenio, Alejandro Toledo surge como el gran salvador, se insufla heredero inca y su gestión es más de lo mismo, las grandes empresas transnacionales llenaron sus arcas a raudales, pese a que el estado peruano creó los organismos reguladores, hasta la fecha no se conoce de labor efectiva ejecutada por Osiptel Sunass, Indecopi, Oefa,… porque simplemente sirvieron como bomberos para sofocar la pradera incendiada.

 

Ahora mismo existe una masiva movilización de ciudadanos, pero realmente no se sabe cuál es el objetivo, si el procedimiento técnico legal de vacar al mitómano presidente delegado Vizcarra fue conforme a ley, además hace un año los congresistas fueron electos por votación popular y se supone que estos sujetos llevan la voz del pueblo al parlamento nacional. Entonces algo anda mal y resulta que nosotros los “ciudadanos” somos los que delegamos el poder en esos congresistas, somos hipócritas al querer emanar moralidad, somos una nación fundada por ideales centralistas y en los colegios nos enseñaron que la “Sociedad Amantes del Perú” tenían un ideal altruista, pero que en fondo de esa supuesta actitud, estaba la lucha por ser parte del poder y desde allí sojuzgar a los ciudadanos de tercera clase (los pobladores andinos eran analfabetos, por lo tanto no tenían derechos ciudadanos) es entonces desde esa fecha se inicia la repartija del poder y se concentra la burocracia dorada en Lima.

 

Entonces, ahora mismo se pone en veredicto el contrato social, en versión de Juan Jacobo Rousseau y Hobbes “la sociedad era un constante estado de guerra” para Locke (Padre del Liberalismo) se interpretaba que “los individuos eran moralmente éticos y probos”, mientras que para Rousseau representa a la “soberanía Popular”. En estas circunstancias, nuestra nación vive una etapa sinuosa donde los intereses de los grupos de poder económico estratosférico utilizan todos los medios a su alcance, existe la posición ideopolítica que abiertamente está en contra de las reformas o el cambio de la constitución peruana, entendiendo que los países vecinos tienen sus

 

contratos sociales modernos y reconociendo a los diferentes grupos étnicos, además de resguardar todos los elementos vitales del medio ambiente y al parecer las movilizaciones que hoy presenciamos es parte de esta corriente, el de desaparecer la constitución fraudulenta del año 1993.

 

Gran parte de la población nacional en todos los procesos electorales que hemos vivido fueron aturdidos por mensajes y opiniones tendenciosas y finamente elaborados por tecnócratas, utilizando artilugios y personalidades para el logro de sus objetivos, como olvidar el discurso anti servis del suicida Alan García y estando en el poder hizo todo lo contrario y esclavizo más a la clase obrera, lo propio ocurrió con el cachaco traidor Humala, quien en calles y plazas mostro un proyecto de gobierno pro social, pero habiendo juramentado al cargo “sacó” su hoja de ruta,… entonces es un cliché social la frase “todos somos iguales ante ley”, porque delincuentes debidamente organizados para cobrar diezmos y desviar fondos con saco y corbata nunca sufren condena efectiva, pero el sujeto que vive a salto de mata y con un matecito diario y osa “robar” una gallina, es perseguido ferozmente y echado a las cárceles sin derecho a la defensa efectiva.

 

Indudablemente la vida en igualdad NO surge ni se vive en la idea religiosa, por ello buscar ideales de lucha e inquirir cambio en la política social es desde todo punto de vista un gran hito en el cambio del sentido de humanidad, donde las la libertad individual se concentra en busca del bienestar social, dejando de lado las “tradiciones” institucionales, visionando un futuro mejor para las generaciones venideras. Es aquí donde la Libertad de expresión se hace más fuerte y sólida, aunque posteriormente los politicastros continúen organizando “vientres de alquiler” con financistas que luego pasaran factura, pero si ahora mismo tenemos a ministros encebados en corrupción y muerte, la mejor decisión es buscar un derrotero, pero ya veremos si el congreso vacador y con sus congresistas pintados de corruptos, están en condiciones de brindar la cuestión de confianza al premier que hace años denigro a la alpaca y motejó discriminatoriamente a nuestros hermanos andinos.

 

Cuando hablamos de poder entendemos básicamente como un conjunto de relaciones sociales complejas donde operan hegemonías, asimetrías, distorsiones e intereses diversos, muchas veces contrapuestos, que generan conflicto, colaboración, alianzas o rupturas. En el debate sobre el poder en Latinoamérica, más allá de las versiones clásicas sobre sindicalismo y clase obrera, el surgimiento del tema de los movimientos sociales y la exclusión ha tenido ya una larga tradición que no se puede soslayar y que se estableció, desde el inicio de esta investigación, como un marco teórico pertinente. Desde la perspectiva política en los propios años 60 la teoría de la marginalidad de Roger Veekemans tuvo una radicalización en intelectuales como José Nun y posteriormente Manuel Castells, quienes plantearon la idea del carácter evolutivo de estos movimientos en fases sucesivas hasta conquistar el poder político (Informe sobre democracia y desarrollo en américa latina 2009-2010. Poder social y poder político nuevos desafíos para los actores sociales: Una mirada desde la sociedad civil).

 

Luego de los acontecimientos históricos de los años 70 y 80 que tuvieron un grado de dramatismo en el continente, comenzaron a gravitar posturas críticas y visiones escépticas respecto de la capacidad real de estas fuerzas sociales, que terminan por asumir su actuación como hechos culturales carentes de eficacia para permear la esfera de lo político. Lo que se instaló a partir de ese momento fue el abandono por parte de la intelectualidad latinoamericana de la potencia política que se le atribuía a los movimientos sociales hasta ese momento.

 

Esa fue –con matices y excepciones– la clave conceptual y teórica de la “transición latinoamericana” de los años 80 y 90, una tendencia que le asignaba realidad y legitimidad al poder de los espacios centralizados del sistema político institucional al mismo tiempo que negaba o veía inviable el de los movimientos y de los actores sociales. La historia dio una vuelta de tuerca, primero con el Movimiento Zapatista el 1º de enero de 1994. Más tarde serían las movilizaciones anti-globalización, los foros sociales mundiales, el surgimiento de las movilizaciones de los pueblos indígenas, los conflictos territoriales y ambientales enfrentando al capital, el advenimiento de un movimiento alter mundialista y el MAS como fuerza de gobierno en Bolivia, los sucesos que modificarían la realidad

 

y su lectura. En este nuevo cuadro se comienzan a desplegar nuevas reflexiones las cuales – reconozcámoslo–, buscan todavía un mayor desarrollo y densidad.

 

Los debates nuevos que se han instalados son precisamente acerca de la variada gama de expresiones sociales movilizadas: de pueblos indígenas, mujeres, campesinos, sindicatos, movimientos culturales, territorios organizados ante conflictos por el agua, por la extracción minera u otros problemas ambientales, movimientos urbanos y gremiales de distinto tipo. La discusión se desplaza y amplía desde la pregunta por el rol de estos actores en campos diferenciados de acción

–lo social y lo político– hacia la pregunta por los límites de cada campo y la pérdida de vigencia de los criterios convencionales de esta diferenciación.

 

Cobra importancia un amplio grupo de intelectuales que van de Holloway a Bensaid, de Negri a Laclau, de Zizek a Boaventura dos Santos, y otros y otras que han enfrentado estas reflexiones recogiendo antiguos rumbos en combinación con nuevos derroteros de análisis. Laclau, por ejemplo, reflexiona acerca de los movimientos sociales y sobre lo que denomina la “razón populista”, tratando de ampliar la mirada desde el exclusivo antagonismo capital–trabajo. Opta entonces por la categoría “pueblo” en forma análoga a lo que Hardt y Negri hicieran con la categoría “multitud”, reconociendo unos y otros la emergencia de nuevos actores. El pueblo o la multitud –para ellos–, es el protagonista central de la política, y se encuentran en la centralidad de la teoría de los antagonismos sociales y de las identidades colectivas.

 

En una perspectiva similar John Gaventa –de quién esta investigación ha tomado algunos instrumentos y dimensiones para su diseño– ha desarrollado una reflexión en torno a un cambio desde la visión de las necesidades insatisfechas –como impulsor de la acción colectiva– hacia el enfoque del ejercicio y ampliación de derechos como un nuevo umbral de aspiraciones, propuestas y acción social. Ello condicionado por una percepción crítica del funcionamiento actual de las instituciones democráticas: pérdida de legitimidad y de confianza de los actores ciudadanos ante la institucionalidad y ante el sistema de toma de decisiones que afectan sus vidas. Gaventa sugiere además, un instrumental que puede ser utilizado para analizar los procesos sociales desde una perspectiva más amplia del concepto de “poder”, no reduciéndolo a un solo foco, ni entendiéndolo sólo como sinónimo de “autoridad”; o de “clases dominantes”. Supera las nociones funcionalistas de “capital social” y propone un instrumento de análisis, útil en la medida que no sea aplicado como receta. Se trata de la idea del “cubo del poder”, construida sobre la base teórica de intelectuales heterodoxos que han planteado la problemática del poder, siendo las principales fuentes Gramsci y Foucault.

 

El cubo del poder, nos remite a la existencia de tres dinámicas simultáneas de análisis: poder, espacio y nivel geográfico. Para “el poder” se utilizan las categorías de visible, escondido e invisible; para “el de espacios”, las categorías de cerrados, de invitación y creados. Los “niveles geográficos” son categorizados como locales, nacionales y globales. Este autor observa nuevas complejidades en el tema del poder al concebir la existencia de distintos estratos. En particular, el poder “invisible”, que sería la capacidad de manipular a la opinión pública con la ideología, principalmente con el control de los medios de comunicación. Pero también establece la existencia de un poder “escondido” distinto de un poder “invisible”. En este caso, usando las categorías de Foucault, nuestros propios cuerpos estarían penetrados por dimensiones culturales y predisposiciones que operan como conductas sociales, y por tanto, como actos de poder.

 

Ese acceso al poder oculto e invisible los actores sociales de este basto Perú hemos queridio alcanzar con el movimiento anti-colonialista, reivindicador y precursor de justicia social e independencia política más importante que haya tenido el Perú. Su valor aumenta si lo recordamos como un suceso anterior a la revolución francesa que tantos otros movimientos propició, acaecido cuando todavía la revolución separatista estadounidense estaba en plena pugna». Así, José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Túpac Amaru II. Descendiente de la realeza inca, José Gabriel Condorcanqui, curaca de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, adoptó el nombre de Túpac Amaru II y encabezó la más formidable revolución indígena de la época colonial, en protesta por el maltrato que recibían los indios por parte de los corregidores. Entre sus exigencias figuraba la supresión de

 

los corregimientos y la creación de una Real Audiencia en el Cusco para una rápida administración de justicia, ya que solo existía la Real Audiencia de Lima para todo el territorio del Virreinato. A estos reclamos, se unió posteriormente su deseo de separarse del yugo español; es decir, su rebelión, originalmente de tendencia reformista, se convirtió en separatista. Para algunos analistas, fue el iniciador de la lucha por la emancipación política del Perú.

 

En nuestro espacio andino de Puno, la llamada sublevación campesina de Wancho Lima, fue registrada por José Carlos Mariátegui, Jorge Basadre, Wilfredo Kapsoli, Manuel Scorza, Pablo Macera, José Tamayo Herrera, Teobaldo Loayza Obando, Augusto Ramos Zambrano y José Luis Rénique. La frondosa documentación data desde la época de los mensajeros, quienes viajaron a Lima para reclamar al presidente Manuel Candamo, acerca de los abusos de los gamonales de Huancané contra los campesinos quechuas y aymaras. Debido al liderazgo de Carlos Condorena Yujra, llamado también Carlosín Condorena, cuyo verdadero nombre era Carlos Condori Yujra, es que se formó un grupo de personas decididas a acabar con el gamonalismo en el departamento de Puno.

 

Otro movimiento con sello propio a partir de la educación aimara fue generado por Manuel Zúñiga Camacho. En 1902 Manuel Zuñiga Camacho funda la primera escuela Liberadora de la opresión y esclavismo, primera escuela donde se enseñó al indígena aimara a leer y escribir. Según Ocaña (2011) Zúñiga adoptó el adventismo en el pueblo de Platería, en Puno, a raíz de un serio incidente contra los adventistas que propició el Obispo católico Valentín Ampuero, el 13 de marzo de 1913 incitó a una turba que destruyó una escuela adventista además de azotar a Manuel Zúñiga, líder adventista, y mandarlo a la cárcel. Según Velásquez (2010) citado por Tito (2012, p. 8). Manuel Z. Camacho abre la Escuela Libre en Utawilaya (Platería) en 1902 y cuya existencia fue irregular ante el ambiente hostil de la Iglesia y los gamonales. Camacho mantuvo contacto con los adventistas de Arequipa y los misioneros en Chile y Bolivia para promover una misión permanente en el departamento Puno. En una entrevista a Manuel Zúñiga Camacho citado por Gallegos (1993, p. 49): en 1903 tuvo lugar un levantamiento de indios en el pueblo de Pomata. El alzamiento fue sofocado de inmediato por la fuerza armada, el ejército y la gendarmería, que acudieron a Pomata por tierra y en vapor por el Lago Titicaca. La sublevación dio lugar a un juicio militar para castigar a los rebeldes indios a sus supuestos instigadores, entre ellos el párroco Valentín Paniagua. Yo no tuve ninguna participación en la sublevación, en esos días estuve trabajando en la escuela. Las autoridades y vecinos insidiosos me comprometieron como si yo hubiera participado directamente en la sublevación. De esta calumnia fui incluido en el juicio militar y, por supuesto, encarcelado en Puno, donde permanecí recluido por espacio de dos años. El juicio terminó en el Consejo de Guerra en Lima. “Camacho desde la Cárcel de Puno había escrito varias cartas a sus amigos correligionarios adventistas de Buenos Aires, quienes lo defendieron en su revista “las Señales de los Tiempos”, donde decían que Camacho no tenía mayor delito que la de haber traído tardíamente la reforma al altiplano” (Frisancho, 1979).

 

Para Núñez (2008) “El maestro Manuel Zúñiga Camacho fundó la Escuela Rural Indígena con una postura pedagógica hacia una educación liberadora. Zúñiga Camacho consideraba a la educación como la única forma de salvación de la exclusión, explotación, y pobreza, instituido por los oligarcas y gamonales. La historiografía peruana coincide en afirma que uno de los movimientos más fuertes en la sierra sur a inicios del siglo XX fue la lucha por la educación, que se consideraba de privilegio para la clase alta o élite gobernante (oligárquico y gamonal)”.

 

Otra intención de acceso al poder “sin calco ni copia” como lo dijera el AMAUTA José Carlos Mariátegui, es el movimiento de la ESCUELA NUEVA enarbolado por José Antonio Encina ni que decir el MOVIMIENTO “ORKOPATA” liderado por el gran GAMALIEL CHURATA; de ahí, nuestra sangre rebelde y nuestra posición contestataria, donde a los puneñistas les decimos SOMOS HOSPITALARIOS donde a partir del mensaje de nuestra canción “Cerrito de Huajsapa” les decimos que “damos un besito a pobres y ricos…a los pobres por caridad y a los ricos por…”. Queremos concluir diciendo “….CUANDO SE ATREVEN A OFENDERNOS NO PONEMOS LA OTRA MEJILLA…”




There are no comments

Add yours