Hay otro tablero

Gonzalo Banda apunta bien cuando señala que carecemos de una clase política que esté a la altura del naufragio nacional y que buena parte del colapso de nuestro sistema democrático tiene que ver con este liderazgo mediocre, corrupto y sin doctrina que actúa simultáneamente en las instancias nacionales como en las regionales y locales. Ninguna se salva.

También apunta bien cuando sostiene que una reforma política no es suficiente para provocar una primavera democrática, pues, a fin de cuentas, cuando predomina el oportunismo y la ausencia de vocación de servicio, cuando de lo que se trata es de traficar con los recursos públicos, cuando los mecanismos de control están igualmente descontrolados o comprados por el mercantilista de turno, no hay regla que se cumpla ni norma maravillosa que ordene este caos a punto de descarrilarse. La ley reformada se imprime en el papel, mientras que la institucionalidad se realiza en las determinantes rutinas organizacionales.

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